La cercanía de la Navidad nos conmueve al contemplar a Dios que se hace niño en Belén, para que nosotros podamos amarlo y experimentar el gran amor que Él nos tiene.
Navidad es acercarnos a la presencia de
Dios, oír su voz que nos llama, de manera silenciosa pero insistente, tocando a
la puerta de nuestro corazón e invitándonos a reconocerlo en aquellos en
quienes se hace presente: los niños, los que sufren, los abandonados, los
marginados y las víctimas de la inseguridad y de la violencia.
Jesús nos trae la paz, que nos impulsa a
todos los cristianos y a todas las personas de buena voluntad a trabajar con
más empeño en la construcción de una sociedad que integre la fe en la vida, que
sea más justa, solidaria y unida.
El nacimiento del Señor nos trae un
mensaje de esperanza. Nos recuerda la certeza de que la estrella de Belén, que
guió a los Reyes Magos hacia Jesús, sigue iluminando con su luz a todos
aquellos que viven en la tierra de nuestro Salvador y a todos los hombres que
guiados por su consciencia buscan la verdad y buscan a Dios en todas las
naciones de la tierra hasta que puedan encontrarlo: en el Hijo de María.