En el último Ángelus que presidió antes
de la celebración de Navidad, el Papa Francisco señaló que con María y José
“caminamos juntos hacia Belén”.
“Nos disponemos entonces a celebrar la
Navidad contemplando a María y a José: María, la mujer llena de gracia que ha
tenido el coraje de encomendarse totalmente a la Palabra de Dios; José, el
hombre fiel y justo que ha preferido creer al Señor en lugar de escuchar las
voces de la duda y del orgullo humano”.
El Santo Padre indicó que “en este IV
Domingo de Adviento, el Evangelio nos relata los hechos que precedieron al
nacimiento de Jesús, y el evangelista Mateo los presenta desde el punto de
vista de San José, el esposo prometido de la Virgen María”.
“José y María vivían en Nazaret; aún no
habitaban juntos, porque el matrimonio todavía no se había celebrado. Mientras
tanto, María, después de haber acogido el anuncio del Ángel, estaba encinta por
obra del Espíritu Santo. Cuando José se da cuenta de este hecho, permanece
desconcertado”.
“El Evangelio no explica sus
pensamientos, pero nos dice lo esencial: él trata de hacer la voluntad de Dios
y está dispuesto a la renuncia más radical”.
Francisco remarcó que “en lugar de
defenderse y de hacer valer sus propios derechos, José elige una solución que
para él representa un enorme sacrificio. Y el Evangelio dice: ‘Como era justo y
no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto’”.
“¡Esta breve frase resume un verdadero y
propio drama interior, si pensamos en el amor que José tenía por María! Pero
también en semejante circunstancia, José desea hacer la voluntad de Dios y
decide, seguramente con gran dolor, despedir a María en secreto”.
El Papa subrayó que “es necesario
meditar sobre estas palabras, para entender cuál fue la prueba que José tuvo
que sostener en los días que precedieron el nacimiento de Jesús. Una prueba
semejante a la del sacrificio de Abraham, cuando Dios le pidió a su hijo Isaac:
renunciar a lo más precioso, a la persona más amada”.
“Pero, como en el caso de Abraham, el
Señor interviene: ha encontrado la fe que buscaba y abre un camino diverso, un
camino de amor y de felicidad: ‘José – le dice – no temas tomar contigo a María
tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo’”.
“Este Evangelio nos muestra toda la
grandeza de espíritu de San José”.
Francisco dijo que José “estaba
siguiendo un buen proyecto de vida, pero Dios reservaba para él otro designio,
una misión más grande”.
“José era un hombre que escuchaba
siempre la voz de Dios, profundamente sensible a su secreto deseo, un hombre
atento a los mensajes que le llegaban de lo profundo del corazón y de lo alto.
No se obstinó en perseguir su proyecto de vida, no permitió que el rencor le
envenenara el ánimo, sino que estuvo listo para ponerse a disposición de la
novedad que se le presentaba de modo desconcertante. Y así, ¡era un hombre
bueno! No odiaba, y no permitió que el rencor le envenenara el ánimo”.
“¡Pero cuántas veces a nosotros el odio,
también la antipatía, el rencor nos envenenan el alma! ¡Esto hace mal! No lo
permitan jamás, él es un ejemplo de esto. Y de este modo José se volvió más
libre y grande aún”.
Francisco señaló que “aceptándose según
el designio del Señor, José se encuentra plenamente, más allá de sí mismo. Esta
libertad suya de renunciar a lo que es suyo, a la posesión de su propia
existencia, y esta plena disponibilidad interior suya a la voluntad de Dios,
nos interpelan y nos muestran el camino”.
Fuente: ACI Prensa
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