Una organización de apoyo a la obra misional de la Iglesia Católica en la Diócesis de Puno. Fundado el 4 de Julio de 1964. Somos integrantes de la red nacional de Cáritas del Perú.

miércoles, 6 de febrero de 2008

CÁRITAS PUNO, CULMINÓ CON CHARLAS PASTORALES PARA ANALIZAR EL DOCUMENTO DE APARECIDA

En el marco de las actividades de formación pastoral el personal directivo, técnico y voluntariode Cáritas Puno, culminó con la realización de charlas para analizar el documento conclusivo de "Aparecida".

Reflexionar sobre algunos enfoques que plantea este importante documento referidos a la evangelización e identificar caminos para ponerlos en práctica, fue el objetivo de estas jornadas que se iniciaron en el mes de noviembre del 2007.

Discípulos misioneros de Jesucristo; la comunión, iniciación y vocación cristiana; dignidad humana; familia; medio ambiente; reconciliación; justicia social; nuestros pueblos y su cultura fueron algunos de los temas que se abordaron en estas charlas que culminaron el pasado 4 de febrero del presente año.

Cabe destacar, que durante estas reuniones los participantes profundizaron, cada uino de los temas desde diversas perspectivas, con el propósitode compartir experiencias orientadas a formar discípulos y misioneros de Cristo y llevar la Buena Nueva de Dios, a todos los rincones de la Diócesis de Puno.

CÁRITAS PUNO, VIENE REALIZANDO EL ACOMPAÑAMIENTO TÉCNICO EN LA PRODUCCIÓN DE ALFALFA EN COMUNIDADES RURALES

En el transcurso días, se viene efectuando la evaluación de parcelas de alfalfa instaladas en comunidades campesinas del ámbito de la Diócesis de Puno.

Verificar la producción y proceso de germinación de este cultivo, es el objetivo de la asistencia técnica programada para los meses de febrero y marzo del presente año.

Paralelamente, también se continúa capacitando en lo que es manejo y producción de leche, dirigido a todos los proveedores de las plantas queseras implementadas en las zonas de intervención de esta jurisdicción.

La idea es mejorar el nivel de producción de la leche, a través de un acompañamiento permanente que va desde la instalación de la alfalfa, resaltó el Ing. José Luís Buscaglia Carpio, responsable de la Dirección de Proyectos de Desarrollo.

Asimismo, agregó que las expectativas por parte de los productores para la presente campaña, es lograr una buena producción de pastos cultivados para la obtención de una mejor calidad de leche y de esta manera incrementar sus ingresos familiares.

SANTO PADRE NOMBRA A MONSEÑOR FRANCISCO GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, COMO NUEVO OBISPO VICARIO APOSTÓLICO DE PUERTO MALDONADO


El Papa Benedicto XVI aceptó la renuncia al cargo de Obispo Vicario Apostólico de Puerto Maldonado de Monseñor Juan José Larrañeta Olleta, OP., en conformidad con el canon 401, párrafo 2 del Código de Derecho Canónico, y nombró en su reemplazo a Monseñor Francisco González Hernández, OP., hasta ese momento Obispo Coadjutor de esa jurisdicción eclesiástica.

Monseñor Francisco González Hernández nació el 20 de julio de 1952 en Castronuño (Valladolid, España) Habiendo ingresado en la Orden de Predicadores (Misioneros Dominicos), hizo su profesión religiosa el 25 de setiembre de 1977 y fue ordenado sacerdote el 18 de diciembre de 1982.

Llegó al Perú en 1996 y se desempeñó como Coadjutor de la Parroquia de Quillabamba, promotor de la Pastoral Vocacional de la Orden y, posteriormente, Párroco de Nuestra Señora del Rosario de Maldonado y Vicario Episcopal del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, Zona madre de Dios. Fue ordenado Obispo el 8 de julio de 2001.

El Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado fue creado el 5 de febrero de 1900, por el Papa León XIII, como la Prefectura Apostólica del Urubamba. Luego, el 4 de julio de 1913, el Pío X eleva la Prefectura a Vicariato Apostólico del Urubamba y Madre de Dios y después tendría el nombre de Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado.
En la actualidad, el Vicariato Apostólico comprende el departamento de Madre de Dios, la provincia de La Convención, del departamento del Cusco, la provincia del Purús, del departamento de Ucayali, el distrito de Sepahua, provincia Atalaya, del departamento de Ucayali, y el distrito de Camanti, provincia Quispicanchis, del departamento del Cusco.

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2008

Cada año, la Cuaresma nos ofrece una ocasión providencial para profundizar en el sentido y el valor de ser cristianos, y nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios para que también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos. En el tiempo cuaresmal la Iglesia se preocupa de proponer algunos compromisos específicos que acompañen concretamente a los fieles en este proceso de renovación interior: son la oración, el ayuno y la limosna. Este año, en mi acostumbrado Mensaje cuaresmal, deseo detenerme a reflexionar sobre la práctica de la limosna, que representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales. Cuán fuerte es la seducción de las riquezas materiales y cuán tajante tiene que ser nuestra decisión de no idolatrarlas, lo afirma Jesús de manera perentoria: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc 16,13).

La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación, educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. Las colectas especiales en favor de los pobres, que en Cuaresma se realizan en muchas partes del mundo, tienen esta finalidad. De este modo, a la purificación interior se añade un gesto de comunión eclesial, al igual que sucedía en la Iglesia primitiva. San Pablo habla de ello en sus cartas acerca de la colecta en favor de la comunidad de Jerusalén (cf. 2Cor 8,9; Rm 15,25-27 ).

Según las enseñanzas evangélicas, no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un medio de su providencia hacia el prójimo. Como recuerda el
Catecismo de la Iglesia Católica, los bienes materiales tienen un valor social, según el principio de su destino universal (cf. nº 2404).

En el Evangelio es clara la amonestación de Jesús hacia los que poseen las riquezas terrenas y las utilizan solo para sí mismos. Frente a la muchedumbre que, carente de todo, sufre el hambre, adquieren el tono de un fuerte reproche las palabras de San Juan: “Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (1Jn 3,17). La llamada a compartir los bienes resuena con mayor elocuencia en los países en los que la mayoría de la población es cristiana, puesto que su responsabilidad frente a la multitud que sufre en la indigencia y en el abandono es aún más grave. Socorrer a los necesitados es un deber de justicia aun antes que un acto de caridad.

En la sociedad moderna de la imagen hay que estar muy atentos, ya que esta tentación se plantea continuamente. La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo, que muriendo en la cruz se entregó a sí mismo por nosotros. ¿Cómo no dar gracias a Dios por tantas personas que en el silencio, lejos de los reflectores de la sociedad mediática, llevan a cabo con este espíritu acciones generosas de sostén al prójimo necesitado? Sirve de bien poco dar los propios bienes a los demás si el corazón se hincha de vanagloria por ello. Por este motivo, quien sabe que “Dios ve en el secreto” y en el secreto recompensará no busca un reconocimiento humano por las obras de misericordia que realiza.

la Cuaresma nos invita a “entrenarnos” espiritualmente, también mediante la práctica de la limosna, para crecer en la caridad y reconocer en los pobres a Cristo mismo. Los Hechos de los Apóstoles cuentan que el Apóstol San Pedro dijo al hombre tullido que le pidió una limosna en la entrada del templo: “No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, echa a andar” (Hch 3,6). Con la limosna regalamos algo material, signo del don más grande que podemos ofrecer a los demás con el anuncio y el testimonio de Cristo, en cuyo nombre está la vida verdadera. Por tanto, que este tiempo esté caracterizado por un esfuerzo personal y comunitario de adhesión a Cristo para ser testigos de su amor. María, Madre y Sierva fiel del Señor, ayude a los creyentes a llevar adelante la “batalla espiritual” de la Cuaresma armados con la oración, el ayuno y la práctica de la limosna, para llegar a las celebraciones de las fiestas de Pascua renovados en el espíritu. Con este deseo, os imparto a todos una especial Bendición Apostólica.