Estamos en Adviento tiempo de
preparación para la Navidad. Un tema al cual la liturgia nos invita a reflexionar
en este tiempo es el de la vigilancia. Vigilar es una actitud esencial en quien
es peregrino y en quien lleva cosas de valor: ambas cosas se cumplen en el
cristiano.
La cambiante sociedad de hoy nos exige
vigilar sobre muchos aspectos para conservar la autenticidad de nuestra fe sin
salirnos del mundo. Un tema esencial es lo que llamamos Tradición, que en su
sentido más profundo comprende la identidad, los valores esenciales y el perfil
del creyente. Junto a la Palabra, la Iglesia reconoce el valor revelador de la
Tradición.
En la Evangelii Gaudium, el Santo Padre
Francisco, nos enfatiza el valor de una santa y dinámica tradición cuando nos
recuerda: “Tampoco deberíamos entender la novedad de esta misión como un
desarraigo, como un olvido de la historia viva que nos acoge y nos lanza hacia
adelante. La memoria es una dimensión de nuestra fe que podríamos llamar
«deuteronómica»,
Amplia aún más, el Santo Padre, este
significado: “Los Apóstoles jamás olvidaron el momento en que Jesús les tocó el
corazón: «Era alrededor de las cuatro de la tarde» ( Jn 1,39). (Por eso recuerda el Apóstol):
«Acordaos de aquellos dirigentes que os anunciaron la Palabra de Dios» ( Hb 13,7); «Tengo presente la sinceridad de tu
fe, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice» (2 Tm 1,5). El creyente es fundamentalmente
«memorioso»”. (EG 13)
Vigilemos con fidelidad al Evangelio,
abierto nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo que en cada Navidad nos
invita a salir de nosotros mismos para acercarnos a las periferias, como dice
el Papa, geográficas y existenciales.
P. Guillermo Inca Pereda OSJ
Secretario Adjunto
Fuente: Conferencia Episcopal Peruana
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