El mundo late en un
ritmo de paz. Todos estamos unidos a Pedro, al Papa Francisco, en una actitud
de oración por la paz, creando gestos de fraternidad y reconciliación,
fomentando la convicción que: sin paz no hay desarrollo ni humanidad.
Con el Papa decimos: “Queremos
un mundo de paz… queremos que en nuestra sociedad, desgarrada por divisiones y
conflictos, estalle la paz…La paz es un don demasiado precioso, que tiene que
ser promovido y tutelado”.
Apreciamos con inmensa
gratitud este llamado del Papa a la Iglesia, a los cristianos y a todos los hombres
de buena voluntad. Ese llamado nos hace experimentar que somos una sola
familia, que la humanidad es una sola, convocada al don de la vida por el
Creador, invitada por el Crucificado y Resucitado a experimentar el don de la
salvación, guiada por la fuerza del Espíritu hacia la meta final del Reino.
Con honda satisfacción
hemos visto como la Palabra del Papa ha calado en todos los hombres y ha movido
el corazón de la Iglesia. Es la voz de Pedro, del Pastor que convoca a las
ovejas a un encuentro de amor y de fe. Es la voz del Padre que nos hace sentir
el dolor de los hermanos. No basta estar contentos nosotros, debemos pensar en
el dolor de los demás.
En las vísperas de la
natividad de María, resuene en nuestras comunidades las palabras de nuestra
Señora de Guadalupe a Juan Diego: “ Acaso no estoy aquí yo que soy tu Madre”?
Si, Ella siempre está cerca de nosotros y especialmente del que sufre.
Unidos al Papa ayunemos
y oremos porque “ La humanidad tiene necesidad de ver gestos de paz y de oír
palabras de esperanza y de paz ”. Que nuestros encuentros en las comunidades y
parroquias sean un clamor al cese de la guerra y al triunfo de la paz, que sean
una verdadera expresión de la fuerza de la fe, de la solidez de la esperanza y
del poder del amor.
P.
Guillermo Inca Pereda OSJ
Secretario
Adjunto
Fuente: Conferencia Episcopal Peruana
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