En el contexto de la beatificación de Juan
Pablo II, del 1 de mayo de 2011, el presidente del sindicato de los periodistas
romanos, Romano Bartolini, pidió a Benedicto XVI que el nuevo beato fuera
declarado patrón de los comunicadores. Por las mismas fechas, aunque en otro
contexto, un grupo en Facebookexpresaba el mismo deseo. No se
trataba de un colectivo cualquiera en esa red social sino del constituido a
raíz del inédito «Vatican Meeting Blog» organizado por esas mismas fechas por
el Pontificio Consejo para la Cultura y para las Comunicaciones Sociales (cf.
A. Spadaro, «Il “Vatican bloggers meeting”», La Civiltà Cattolica II (2011),
492-500; G. Ravasi, «Tra Chiesa e bloggers un riuscito vis-a-vis», L`Osservatore
Romano, edición en lengua italiana, 22 de mayo de 2011).
Independientemente de una eventual o no
declaración como «patrón de los comunicadores», las dos manifestaciones
referidas evidenciaban el reconocimiento de un rasgo característico de ese
pontífice: a Juan Pablo II como «comunicador».
Podría decirse que, en cuanto comunicador,
el pontificado de Juan Pablo fue siempre en dos líneas paralelas pero
complementarias: el de la de la teoría y el de la práctica.
Comunicador teórico
Conceptos hoy ampliamente citados en
ambientes relacionados con la comunicación social en la Iglesia fueron
originalmente acuñados por Juan Pablo II. Piénsese en el de «nuevos areópagos»
referido en la carta encíclica Redemptoris Missio de 1991 (por ejemplo en el
número 37 donde se habla de los medios como «primer areópago de nuestra época»)
o en las aplicaciones pastorales específicas del uso de los medios de
comunicación recogidas en otros documentos más definidos.
Uno de esos documentos, de los últimos en
la vida del Papa, abordó precisamente el tema del ágil desarrollo de las
tecnologías en el campo de los medios de comunicación. Se trata de la Carta
apostólica «El rápido desarrollo de los medios de comunicación social», del 24
de enero de 2005, dirigida a los responsables de las comunicaciones sociales. Tres
meses después fallecería Juan Pablo II. La carta fue uno de los documentos
pontificios de envergadura en esa área tan específica del quehacer y la
reflexión magisterial de la Iglesia. El mensaje-tarea de la carta fue el
siguiente:
«La Iglesia, de hecho, no está llamada
solamente a usar los medios de comunicación para difundir el Evangelio sino,
sobre todo hoy más que nunca, a integrar el mensaje de salvación en la “nueva
cultura” que estos poderosos medios crean y amplifican. La Iglesia advierte que
el uso de las técnicas y tecnologías de comunicación contemporáneas forman
parte de su propia misión en el tercer milenio» (cf. n. 2)
Y más adelante queda diáfanamente referido
el vínculo fe-mass media:
«En los medios de comunicación la Iglesia
encuentra un excelente apoyo para difundir el Evangelio y los valores
religiosos, para promover el diálogo y la cooperación ecuménica e
interreligiosa, así como para defender los sólidos principios que son
indispensables en la construcción de una sociedad respetuosa con la dignidad de
la persona humana y del bien común. La Iglesia los utiliza también para
difundir informaciones sobre ella misma y para ampliar los confines de la
evangelización, de la catequesis y de la formación, considerando su uso como
una respuesta al mandato del Señor: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena
Nueva a toda la creación” (Mt 16, 15)» (cf. n. 7)
Ciertamente no fue el
único documento teórico donde el pensamiento del Papa quedó recogido. Juan
Pablo II abordó temáticamente no pocas ámbitos de la «massmediología» y su
relación con otras áreas del quehacer y de la vida humana y eclesial en los
mensajes anuales para las Jornadas Mundiales para las Comunicaciones Sociales
(JMCS en adelante). A finales del mes de abril de 2011 se presentó en Roma un
volumen que recoge los 27 mensajes que Juan Pablo II ofreció con ocasión de las
JMCS. El libro se titula «Giornalisti abbiate coraggio. I messaggi di Giovanni
Paolo II al mondo della comunicazione», Federazione Nazionale della
Stampa Italiana y Asr(ed.). Los repasamos de modo sumario:
1979
Las comunicaciones sociales por la tutela
y promoción de la infancia en la familia y la sociedad (XIII JMCS)
1980
Papel de las comunicaciones sociales e
incumbencias de la familia (XIV JMCS)
1981
Las comunicaciones sociales al servicio de
la libertad responsable del hombre (XV JMCS)
1982
Senectud y medios de comunicación (XVI
JMCS)
1983
La promoción de la paz (XVII JMCS)
1984
Las comunicaciones sociales, instrumento
de encuentro entre fe y cultura (XVIII JMCS)
1985
Las comunicaciones sociales para una
promoción de la juventud (XIX JMCS)
1986
La contribución que las comunicaciones
sociales pueden dar a la formación cristiana de la opinión pública (XX JMCS)
1987
Las comunicaciones sociales al servicio de
la justicia y de la paz (XXI JMCS)
1988
«Comunicar» se convierte en «fraternizar»,
«comunicar significa «solidaridad» humana (XXII JMCS)
1989
La religión en los medios de comunicación
(XXIII JMCS)
1990
La nueva cultura informática (XXIV JMCS)
1991
Vuelta al mensaje central de la Communio
et Progressio (XXV JMCS)
1992
¿Qué se celebra en las JMCS? (XXVI JMCS)
1993
Visión del mundo moderno que la
instrucción pastoral Aetatis Novae presenta y sobre las implicaciones prácticas
de las situaciones que describe (XXVII JMCS)
1994
La televisión (XXVIII JMCS)
1995
El cine, transmisor de culturas y valores
(XXIX JMCS)
1996
Los medios de comunicación social: un
ambito moderno para la promoción de la mujer en la sociedad (XXX JMCS)
1997
Comunicar a Jesús: el camino, la verdad y
la vida (XXXI JMCS)
1998
Animados por el Espíritu Santo
comuniquemos la esperanza (XXXII JMCS)
1999
Los mass media, presencia amiga para quien
busca al Padre (XXXIII JMCS)
2000
Anunciar a Cristo en los medios de
comunicación social al alba del tercer milenio (XXXIV JMCS)
2001
Proclamar desde los terrados: el Evangelio
en la era de la comunicación global (XXXV JMCS)
2002
Internet, un nuevo foro para la
proclamación del Evangelio (XXXVI JMCS)
2003
Los medios de comunicación social al
servicio de la auténtica paz a la luz de la «Pacem in terris» (XXXVII JMCS)
2004
Los medios en la familia: un riesgo y una
riqueza (XXXVIII JMCS)
2005
Los medios de comunicación al servicio del
entendimiento entre los pueblos (XXXIX JMCS)
Fue durante el pontificado de Juan Pablo
II que uno de las dependencias de la Santa Sede, precisamente la dedicada a la
comunicación social, pasó de «Pontificia Comisión para las Comunicaciones
Sociales» a «Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales». De esta
forma la Iglesia pasaba a contar con un dicasterio específicamente reconocido y
dedicado a «las cuestiones relacionadas con los instrumentos de comunicación
social, para que, también por medio de ellos el mensaje de la salvación y el
progreso humano puedan servir al incremento de la civilización y las
costumbres» (Constitución Apostólica «Pastor Bonus», n. 169.)
En cuanto órgano al servicio de la misión
del Papa, no son pocos los argumentos que este dicasterio en particular ha
tocado en el ámbito de la comunicación, concretamente durante el pontificado de
Juan Pablo II. En 1989, «Pornografía y violencia en los medios de comunicación:
una respuesta pastoral» (7 de mayo) y «Criterios de colaboración ecuménica e
interreligiosa en el campo de las comunicaciones» (4 de octubre); en 1992, la
«Instrucción Pastoral Aetatis Novae, sobre las comunicaciones
sociales, en el XX aniversario de la Communio et Progressio» (22 de febrero);
en 1997, «Ética en la publicidad» (22 de febrero); en 2000, «Ética en las
comunicaciones sociales» (2 de junio); en 2002 «Ética en internet» y «La
Iglesia en Internet», ambas del 28 de febrero. El último documento, «La Iglesia
en internet», tiene sus precedentes inmediatos en los mensajes de Juan Pablo II
para las JMCS de 1989 («La religión en los medios de comunicación»), 1990 («La
nueva cultura informática»), 2001 («Proclamar desde los terrados: el Evangelio
en la era de la comunicación global»), y 2002 («Internet, un nuevo foro para la
proclamación del Evangelio»), por lo que bien se pueden considerar sus fuentes
inspiradoras y ulterior desarrollo más acabado.
Con su trabajo como Consejo Pontificio y
el apoyo decidido que el Vicario de Cristo les dio contribuyó al incremento del
magisterio de la Iglesia en temáticas tan diversas de la comunicación. Juan
Pablo II tocó por vez primera el tema de internet en el Mensaje para la XXXVI
JMCS de 2002, «Internet, un nuevo foro para la proclamación del Evangelio».
Comunicador práctico
Aunque fue rica y amplia la parte
«teórica», no fue exclusiva. Juan Pablo II no sólo habló de internet sino que
incluso lo usó: era el 22 de noviembre de 2001 cuando un Papa envió por vez
primera un correo electrónico en la historia de la humanidad. El documento
enviado fue el texto de la «Exhortación Apostólica postsinodal Ecclesiae in
Oceania» y los destinatarios eran las iglesias locales de aquel continente. Fue
también el Papa Wojtyla el que dio su «nihil obstat», su «sí», a la propuesta
de sor Judith Zoebelein para lanzar, el 25 de diciembre de 1995, la primera web
católica oficial del mundo, Vatican.va (antes, incluso, que la web del Estado
italiano, cuando la world wide web apenas comenzaba a
mundializarse). Juan Pablo II también grabó y lanzó en 1999 un cedé titulado
«Abba Pater» que alcanzó el «hit parade» de la música internacional y que
supuso un éxito en ventas. Por último, fue Juan Pablo II el que impulsó la
fundación del Centro Televisivo Vaticano, en 1983.
Esos y tantos otros gestos fueron una
constante en sus 26 años de pontificado. De suyo, su ministerio como sucesor
del apóstol San Pedro comenzó con una cercanía tácita hacia los informadores. A
los pocos días de su elección, Juan Pablo II quiso reunirse y expresar su
gratitud a los periodistas y operadores audiovisuales que habían cubierto el
cónclave y el inicio de su pontificado. Se inauguraba así una nueva forma de
vínculo entre el obispo de Roma y el mundo de los medios de comunicación, una
relación posteriormente reforzada por las entrevistas que el mismo Papa
concedía a los periodistas que le acompañaban en sus viajes apostólicos y de
visitas de Estado a los diferentes lugares del planeta y que actualmente, con
Benedicto XVI, siguen siendo una constante. Sobre este punto es relevante el
libro publicado por la Librería Editorial Vaticana «Compagni
di viaggio. Interviste al volo con Giovanni Paolo II» (2011), una recopilación
de la periodista Angela Ambrogetti con todas las entrevistas concedidas por
Juan Pablo II durante los vuelos en sus viajes apostólicos. En el libro se
aprecia esa creciente relación cordial continuamente fortalecida entre los
comunicadores y el Papa.
Su copiosa producción literaria no quedó
circunscrita al papel específico que como Vicario de Cristo le competía. Como
comunicador de ideas escribió y publicó cinco libros de carácter más bien
personal: en octubre de 1994, «Cruzando el umbral de la esperanza»; en
noviembre de 1996, «Don y misterio: en el quincuagésimo aniversario de mi
ordenación sacerdotal»; en marzo de 2003, «Tríptico romano-Meditaciones», un
libro de poesías; en mayo de 2004, «¡Levantaos, Vamos»; y, en febrero de 2005,
«Memoria e identidad», su última obra.
Es precisamente en «Don y misterio» donde
Juan Pablo II habla de Karol Wojtyla. Se sabe que en el año académico
1938-1939, ya como estudiante en la universidad Jagellonica, de Cracovia, se
asocia al círculo teatral «Estudio 38». En noviembre de 1941 participaría en su
primera representación teatral: Król Duch («Espíritu Real»), de Juliusz
Słowacki. Dos años más tarde, en marzo de 1943, interpretará al protagonista en
una obra del mismo autor. Esa sería también su última aparición en escena pues
poco después ingresaría al seminario.
Aquellos dotes de actor formados por el
gusto y la natural inclinación se prolongaron como capacidad
empática-comunicativa entre un Papa y millones de seres humanos que entraron
fácilmente en sintonía con él, no sólo católicos. No actuaba sino que sabía
comunicar un mensaje y, en la mayoría de las ocasiones, más bien con los gestos
que con las letras. Los encuentros ya con niños, ya con jóvenes, ya con
familia, enfermos, ancianos o presos eran lecciones de comunicación práctica.
Puede resultar anecdótico pero el hecho de
que se haya llamado «Juan» «Pablo» hace pensar también en dos de los primeros
apóstoles: san Juan y san Pablo. El primero contemplaba y a su contemplación
debemos los versículos más elevados acerca de Dios como amor. Su modo de
evangelización fue la palabra escrita, teorizada, por así decir.
Para san Pablo la palabra, además de
escrita, estaba especialmente convertida en testimonio y predicación, como
sucedió con el primer pontífice polaco. Una y otra dimensión estuvieron en
equilibrio y diálogo y son esos dos matices los que nos permiten visualizar en
la figura del último Papa Magno a la de un comunicador cuya principal
aportación en el área de la comunicación fue su testimonio, signo creíble de fe
y, como tal, comunicación convertida en evangelización que también nos
interpela y recuerda aquella máxima paolina: «¡Ay de mí si no evangelizara!».
Fuente: EVANGELIDIGITALIZACION
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