El Santo Padre Francisco en su mensaje
por la Paz del presente año, nos ha recordado que la fraternidad es la base de
la paz. “De hecho, la fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es
un ser relacional. La viva conciencia de este carácter relacional nos lleva a
ver y a tratar a cada persona como una verdadera hermana y un verdadero
hermano; sin ella, es imposible la construcción de una sociedad justa, de una
paz estable y duradera”.
Nos ha advertido que la familia que “es
la fuente de toda fraternidad, y por eso el fundamento y el camino primordial
para la paz” es la fuente para vencer con la fuerza del amor la “globalización
de la indiferencia”, que poco a poco nos “habitúa” al sufrimiento del otro,
cerrándonos en nosotros mismos”.
La esencia de la fraternidad humana
supera lo puramente genético y se centra en el Salvador: “En Cristo, el otro es
aceptado y amado como hijo o hija de Dios, como hermano o hermana, no como un
extraño, y menos aún como un contrincante o un enemigo. En la familia de Dios,
donde todos son hijos de un mismo Padre, y todos están injertados en Cristo,
hijos en el Hijo, no hay “vidas descartables”. Todos gozan de igual e
intangible dignidad. Todos son amados por Dios, todos han sido rescatados por
la sangre de Cristo, muerto en cruz y resucitado por cada uno”.
Iluminando así las raíces de la
fraternidad humana el Santo Padre enfatiza: “Ésta es la razón por la que no
podemos quedarnos indiferentes ante la suerte de los hermanos”. Y, en estas
palabras suena un eco del mandato de Jesús a los Apóstoles “amaos los unos a
los otros como Yo los he amado”. Sin fraternidad no puede haber paz.
P. Guillermo Inca Pereda OSJ
Secretario Adjunto
Fuente:
Conferencia Episcopal Peruana
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