“Hoy he venido en medio de ustedes, es
más, hemos venido todos juntos para encontrar la mirada de María, porque allí
está el reflejo de la mirada del Padre que la hace Madre de Dios, y la mirada
del Hijo desde la cruz, que la hace Madre nuestra”.
En la Misa celebrada en el Santuario de
Nuestra Señora de Bonaria, en la localidad de Cagliari, isla de Cerdeña
(Italia), el Papa exhortó a pedirle a la Virgen María su mirada, donde está el
reflejo de la mirada de Dios.
El Santo Padre señaló que “tenemos
necesidad de su mirada de ternura, de su mirada materna que nos conoce mejor
que cualquier otro, de su mirada llena de compasión y de cuidado”.
“María, hoy queremos decirte: ¡Madre,
danos tu mirada! Tu mirada nos lleva a Dios, tu mirada es un don del Padre
bueno, que nos espera en cada encrucijada de nuestro camino. Es un don de
Jesucristo en la cruz, que carga sobre sí nuestros sufrimientos, nuestras
fatigas, nuestros pecados”.
“Y para encontrar este Padre, lleno de
amor, hoy le decimos: ¡Madre, danos tu mirada! Lo decimos todos juntos: ¡Madre,
danos tu mirada!”.
El Papa dijo que llegó a Cagliari con la
intención de “compartir con ustedes, gozo y esperanza, fatigas y compromisos,
ideales y aspiraciones de su isla, y para confirmarlos en la fe”.
“También aquí en Cágliari, como en toda
Cerdeña, no faltan dificultades, problemas y preocupaciones, y son tantos:
pienso, en particular, en la falta de trabajo y en la precariedad del mismo, y
por lo tanto en la incertidumbre del futuro. Cerdeña, su bella región, sufre
desde hace mucho tiempo, muchas situaciones de pobreza, acentuadas también por
su condición insular”.
Ante estos problemas, Francisco dijo que
“es necesaria la colaboración leal de parte de todos, con el compromiso de los
responsables de las instituciones, también de la Iglesia, para asegurar a las
personas y familias los derechos fundamentales y hacer crecer una sociedad más
fraterna y solidaria”.
“Asegurar el derecho al trabajo, el
derecho a llevar el pan a la casa. Pan ganado con el trabajo”.
El Santo Padre les aseguró a los
pobladores de Cagliari que “les estoy muy cercano, los recuerdo en la oración y
los aliento a perseverar en el testimonio de los valores, humanos y cristianos,
tan profundamente arraigados en la fe y en la historia de este territorio y de
su población. ‘Mantengan siempre encendida la luz de la esperanza’”.
Francisco señaló que “he venido en medio
de ustedes para ponerme con ustedes a los pies de la Virgen que nos da a su
Hijo”.
“Sé bien que María, Nuestra Madre, está
en sus corazones, como testimonia este Santuario, donde muchas generaciones de
sardos han subido – ¡y continuarán subiendo! – para invocar la protección de la
Virgen de ‘Bonaria’, Patrona Máxima de la isla”.
“Aquí ustedes traen las alegrías y
sufrimientos de esta tierra, de sus familias, y también de aquellos hijos que
viven lejos, que muchas veces partieron con gran dolor y nostalgia para buscar
un trabajo y un futuro para ellos y para sus seres queridos. Hoy, todos
nosotros aquí reunidos, queremos agradecer a María, porque nos está siempre
cercana, queremos renovarle a ella nuestra confianza y nuestro amor”.
El Papa señaló que en el Cenáculo se
puede ver que “María reza, reza junto a la Comunidad de los Discípulos y nos
enseña a tener plena confianza en Dios, en su misericordia. ¡La potencia de la
Oración! No nos cansemos de llamar a la puerta de Dios. ¡Llevemos al corazón de
Dios a través de María, toda nuestra vida, cada día!".
El Santo Padre también recordó que desde
la cruz, “Jesús mira a su Madre y a ella le confía el Apóstol Juan, diciendo:
‘Éste es tu Hijo’. En Juan estamos todos, también nosotros, y la mirada de Amor
de Jesús nos confía a la custodia materna de la Madre”.
“María habrá recordado otra mirada de
Amor, cuando era una jovencita: la mirada de Dios Padre, que había mirado su
humildad, su pequeñez. María nos enseña que Dios no nos abandona, puede hacer
grandes cosas también con nuestra debilidad. ¡Tengamos confianza en Él!
Llamemos a la puerta de su corazón”.
Francisco indicó que “en el camino,
muchas veces difícil, no estamos solos, somos tantos, somos un pueblo, y la
mirada de la Virgen, nos ayuda a mirarnos entre nosotros de modo fraterno”.
“¡Mirémonos de un modo más fraterno!
María nos enseña a tener esa mirada que busca acoger, acompañar, proteger.
¡Aprendamos a mirarnos, los unos a los otros, bajo la mirada materna de María!
Hay personas que instintivamente no tenemos en cuenta, y que sin embargo tienen
más necesidad: Los más abandonados, los enfermos, aquellos que no tienen de qué
vivir, aquellos que no conocen a Jesús, los jóvenes que están en dificultad,
que no tienen trabajo”.
El Santo Padre exhortó a no tener miedo
“de salir y mirar a nuestros hermanos y hermanas con la mirada de la Virgen.
Ella nos invita a ser verdaderos hermanos. Y no permitamos que alguna cosa o
alguno se interponga entre nosotros y la mirada de la Virgen”.
“¡Madre, danos tu mirada! ¡Que ninguno
nos esconda tu mirada! Nuestro corazón de hijos sepa defenderla de tantas
palabras que prometen ilusiones; de aquellos que tienen una mirada ávida de
vida fácil, de promesas que no se pueden cumplir. Que no nos roben la mirada de
María, que está llena de ternura. Que nos da fuerza, que nos hace solidarios
entre nosotros. Digamos todos: ¡Madre, danos tu mirada!”.
Fuente: ACI Prensa
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