Al recibir ayer en la Sala Clementina
del Palacio Apostólico a los ochenta participantes en la Asamblea Plenaria del
Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, el Papa Francisco exhortó
a que los medios de comunicación sirvan para difundir “la belleza de la fe”.
Se trata, dijo el Santo Padre, de “un
desafío”, el hacer “descubrir, también a través de los medios de comunicación
social, además de en el encuentro personal, la belleza de todo lo que
constituye el fundamento de nuestro camino y de nuestra vida, la belleza de la
fe, la belleza del encuentro con Cristo”.
“También en el contexto de la
comunicación es necesario que la Iglesia consiga llevar calor, que enardezca
los corazones”.
Francisco remarcó “la importancia de la
comunicación para la Iglesia”, recordando que “este año se cumple el 50
aniversario de la aprobación del Decreto conciliar Inter mirifica”, sobre los
medios de comunicación social.
“No se trata sólo de una conmemoración;
ese documento expresa el interés de la Iglesia por la comunicación y por sus
instrumentos, importantes también en una dimensión evangelizadora”.
El Papa indicó que “el panorama
comunicativo se ha convertido poco a poco para muchos en un ‘ambiente vital’,
una red donde las personas se comunican, amplían el horizonte de sus contactos
y de sus relaciones. Subrayo, sobre todo, estos aspectos positivos, aunque
todos somos conscientes de que también hay límites y elementos nocivos”.
El Santo Padre advirtió que “nos tenemos
que preguntar: ¿Qué papel tiene que desempeñar la Iglesia con sus medios
operativos y comunicativos? En cualquier situación, más allá de la puramente
tecnológica, creo que el objetivo ha de ser lograr inserirse en el diálogo con
los hombres y mujeres de hoy, saberse insertar en el diálogo con los hombres y
las mujeres de hoy, para comprender sus expectativas, sus dudas, sus
esperanzas”.
“Son hombres y mujeres a veces un poco
desilusionados con un cristianismo que les parece estéril, que tiene
dificultades precisamente para comunicar incisivamente el sentido profundo que
da la fe. En efecto, precisamente hoy, en la era de la globalización, estamos
asistiendo a un aumento de la desorientación, de la soledad; vemos difundirse
la pérdida del sentido de la vida, la incapacidad para tener una ‘casa’ de
referencia, la dificultad para trabar relaciones profundas”.
El Papa señaló que “es importante, por
eso, saber dialogar, entrando también, aunque no sin discernimiento, en los
ambientes creados por las nuevas tecnologías, en las redes sociales, para hacer
visible una presencia, una presencia que escucha, dialoga, anima”.
“No tengan miedo de ser esa presencia,
llevando consigo su identidad cristiana cuando se hacen ciudadanos de estos
ambientes. ¡Una Iglesia que acompaña en el camino, sabe ponerse en camino con
todos!”.
El Santo Padre recordó además “una
antigua regla de los peregrinos, que San Ignacio asume, ¡por esto yo la
conozco! En una de sus reglas dice que aquel que acompaña a un peregrino y que
va con el peregrino, debe ir a paso de peregrino. No más adelante y no
atrasarse. Y esto es lo que quiero decir: una Iglesia que acompañe el camino y
sepa ponerse en camino, como camina hoy. Esta regla del peregrino nos ayudará a
inspirar las cosas”.
El Papa señaló que “tenemos un tesoro
precioso que transmitir, un tesoro que da luz y esperanza. ¡Son tan necesarias!
Pero todo esto requiere una cuidada y cualificada formación, de sacerdotes,
religiosos, religiosas, laicos, también en este campo”.
“El gran continente digital no es
simplemente tecnología, sino que está formado por hombres y mujeres que llevan
consigo lo que tienen dentro, sus experiencias, sus sufrimientos, sus anhelos,
la búsqueda de la verdad, de la belleza, de la bondad”.
“Es necesario saber indicar y llevar a
Cristo, compartiendo estas alegrías y esperanzas, como María que llevó a Cristo
al corazón del hombre; es necesario saber entrar en la niebla de la
indiferencia sin perderse; es necesario bajar también a la noche más oscura sin
verse dominados por la oscuridad y perderse; es necesario escuchar las
ilusiones de muchos, sin dejarse seducir; es necesario acoger las desilusiones,
sin caer en la amargura; palpar la desintegración ajena, sin dejarse disolver o
descomponer en la propia identidad. Este es el camino. ¡Este es el desafío!”.
El Papa recordó que “el encuentro con
Cristo es un encuentro personal. No se puede manipular. En este tiempo tenemos
una gran tentación en la Iglesia, que es el ‘acoso’ espiritual: manipular las
conciencias; un lavado de cerebro teologal, que al final te lleva a un
encuentro con Cristo puramente nominal, no con la Persona de Cristo Vivo”.
“En el encuentro de una persona con
Cristo ¡tiene que ver Cristo y la persona! No aquello que quiere el ingeniero
espiritual que quiere manipular. Este es el reto. Llevarlo al encuentro con
Cristo siendo conscientes, no obstante, que nosotros somos medios y que el problema
de fondo no es la adquisición de sofisticadas tecnologías, aunque sean
necesarias para una presencia actual y significativa”.
El Santo Padre pidió “que nos quede
siempre claro que creemos en un Dios apasionado por el hombre, que quiere
manifestarse mediante nuestros medios, también si son pobres, porque es Él
quien obra, transforma, salva la vida del hombre”.
“Y nuestra oración, la de todos, para
que el Señor enardezca nuestro corazón y nos sostenga en la misión fascinante
de llevarle al mundo. Me encomiendo a sus oraciones, porque también yo tengo
esta misión, y les imparto de corazón mi Bendición”, concluyó.
Fuente: ACI Prensa
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