La maternidad es una maravillosa realidad que encierra el misterio de la vida hecha a imagen y semejanza de Dios, pues en el seno de una Madre se unen cuerpo y alma para una eternidad, se forma un nuevo ser con un corazón creado para amar, con una libertad capaz de elegir y con una inteligencia hecha para guiar los destinos de la humanidad.
El homenaje que ofrecemos a la mujer-madre nos invita a valorar el rol de la madre en la familia. Ella es muchas veces el único pilar que asume inclusive el rol de padre y que por diversas circunstancias de la vida se encuentra sola. Acompaño la soledad de las madres olvidadas por los hijos, la de las viudas y los sufrimientos de las que luchan solas para sobrevivir.
Ruego a todos volver el rostro hacia las madres que son víctimas de injusticias o de explotación y que sufren por haber sido heridas en su dignidad humana o materna. Les invito a reconocer en ellas: en el rostro de la madre campesina, en la lucha de la madre soltera o en la valentía de la madre anciana, que sigue como María a los pies del Hijo en la cruz, las verdaderas constructoras del Perú que amamos.
Saludo de modo particular a todas aquellas mujeres que han aceptado y valorado el don de la maternidad reconociendo que la vida que llevan en sus entrañas no les pertenece a ellas sino les pertenece a Dios y solo Él puede decidir sobre la continuidad de su existencia.
No olvidemos, en este día, que la mujer es Madre, porque encontró en su esposo al compañero ideal de su vida, con cuya presencia se consolida el hogar. Por eso, invito a los esposos a mantenerse en el amor y a construir la fidelidad, en la abnegación y la alegría de vivir juntos.
Bajo el manto maternal de María, la Madre de Jesús y de la Iglesia, invito a todos a elevar nuestras oraciones por las madres que están a nuestro lado y que nos alegran con su presencia amorosa, como también por las que ya gozan de la misericordia de Dios en el cielo y que siguen acompañándonos con su presencia invisible pero real.
Que María, Madre del Hijo de Dios y Madre nuestra, nos permita experimentar su amor, su auxilio y su bondad.
Fuente: Conferencia Episcopal Peruana
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