El Papa ha hecho presente la Iglesia en
el horizonte de un mundo que busca su propia identidad. Ha renovado su brillo
para seguir siendo una señal de esperanza y de misericordia en medio de un
mundo que se tambalea en sus principios, pero sigue con sed de felicidad, sed
de verdad y sed de eternidad.
Su austeridad y su sencillez. Su
facilidad para comunicarse con el alma al corazón de quien encuentra. Su
delicadeza para recordar al pobre y al olvidado. Su fe en el diálogo y su
confianza en el poder de la alegría, son algunos de los tantos motivos que
hacen del Santo Padre alguien que acaba ocupando un lugar en el corazón de los
fieles más lejanos y en todos los hombres de buena voluntad.
Su pasión por la evangelización, como
dice El, “por atracción”, ha llevado a despertar en nuestro corazón el anhelo
de servir a Jesús sin miedo y a comunicar con alegría su misericordia: "
Jesús nunca se cansa de perdonarnos. El problema es que nosotros nos cansamos
de pedir perdón ". Por eso, nos invita y recuerda siempre que debemos
salir a la periferia para encontrarnos con nuestros hermanos sin tener miedo a
la ternura.
Que Dios misericordioso siga acompañando
con sabiduría y santidad al Papa Francisco: el amigo de Dios, hermano del
olvidado y padre de la Iglesia Universal.
P. Guillermo Inca Pereda OSJ
Secretario Adjunto
Fuente: Conferencia Episcopal Peruana
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