Al
presidir el rezo del Ángelus hoy en la Plaza San Pedro, el Papa Francisco
aseguró que Jesús le propone a sus discípulos “la perfección del amor”, lo que
consiste en poner en práctica un amor cuya única medida es no tener medida.
El
Santo Padre indicó que “Jesús propone a los que siguen la perfección del amor:
un amor cuya única medida es no tener medida, ir más allá de todo cálculo”.
“El
amor al prójimo es una actitud tan fundamental que Jesús llega a afirmar que
nuestra relación con Dios no puede ser sincera si no queremos hacer la paz con
el prójimo. Y dice así: ‘Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar,
te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda
ante el altar, y ve antes a reconciliarte con tu hermano’”.
Por
eso, dijo el Papa, “estamos llamados a reconciliarnos con nuestros hermanos
antes de mostrar nuestra devoción al Señor en la oración”.
Reflexionando
sobre el Evangelio de hoy, que recoge parte del “Sermón de la Montaña”, el
Santo Padre señaló que Jesús, respecto a la Ley judía, predica que “no piensen
que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a
dar cumplimiento”.
“Así
que Jesús no quiere cancelar los mandamientos que el Señor dio por medio de
Moisés, sino que quiere llevarlos a su plenitud. E inmediatamente después añade
que este ‘cumplimiento’ de la Ley requiere una justicia superior, una
observancia más auténtica”.
Jesús
le dijo a sus discípulos, recordó el Papa, que “les aseguro que si la justicia
de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el
Reino de los Cielos”.
“¿Pero
qué significa este ‘pleno cumplimiento’ de la ley? ¿Y en qué consiste esta
justicia superior?”, cuestionó Francisco.
“El
mismo Jesús nos responde con algunos ejemplos. Porque Jesús era un hombre
práctico, hablaba siempre con ejemplos para hacerse entender. Comienza desde el
quinto mandamiento del Decálogo: ‘Ustedes han oído que se dijo a los
antepasados: No matarás; pero yo les digo que todo aquel que se enoja contra su
hermano, merece ser condenado por un tribunal’”.
Con
esto, dijo el Papa, “Jesús nos recuerda que ¡también las palabras pueden matar,
¿eh? Cuando se dice que una persona tiene la lengua de serpiente, ¿qué quiere
decir? Que sus palabras matan”.
“Por
lo tanto, no solo no se debe atentar contra la vida de los demás, sino tampoco
derramar sobre él el veneno de la ira y golpearlo con la calumnia. Ni hablar
mal de él porque llegamos a las habladurías: los chismes también pueden matar,
¡porque matan la reputación de las personas!”.
Francisco
subrayó que “¡es muy feo chismorrear! Al principio puede incluso parecer
incluso una cosa agradable, incluso divertida, como si fuera un caramelo. Pero
al final, nos llena el corazón de amargura, nos envenena también a nosotros”.
“Pero
les digo la verdad, ¿eh? Estoy convencido de que si cada uno de nosotros
hiciera el propósito de evitar los chismes, ¡con el tiempo se convertiría en un
santo! Éste es un hermoso camino. ¿Queremos llegar a ser santos, sí o no?,
¿Queremos vivir parloteando como de costumbre, sí o no? Entonces estamos de
acuerdo: ¡basta con los chismes!”.
El
Santo Padre subrayó que “Jesús no da importancia sólo a la observancia
disciplinar y a la conducta externa. Él va a la raíz de la Ley, centrándose
especialmente en la intención y por tanto en el corazón humano, donde se
originan nuestras acciones buenas o malas”.
“Para
obtener un comportamiento bueno y honesto no son suficientes las normas
jurídicas, sino que son necesarias motivaciones profundas, expresión de una
sabiduría oculta, la Sabiduría de Dios, que se pueden recibir gracias al Espíritu
Santo. Y nosotros, a través de la fe en Cristo, podemos abrirnos a la acción
del Espíritu, que nos permite vivir el amor divino”.
“A
la luz de esta enseñanza, todos los mandamientos revelan su pleno significado
como una exigencia de amor, y todos se reúnen en el gran mandamiento: amar a
Dios con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo”, concluyó.
Fuente:
ACI Prensa
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