En sus palabras previas al rezo del
Ángelus, en la Plaza de San Pedro, ante la amenaza de guerra que se podría
desatar en cualquier momento sobre Siria, el Papa Francisco aseguró que la
población de la tierra quiere un mundo de paz, y nunca más se produzca la
guerra.
“Hoy, queridos hermanos y hermanas,
quisiera hacerme intérprete del grito que sube de todas partes de la tierra, de
todo pueblo, del corazón de cada uno, de la única gran familia que es la
humanidad, con angustia creciente: ¡es el grito de la paz! El grito que dice
con fuerza: ¡queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz,
queremos que en nuestra sociedad, destrozada por divisiones y por conflictos,
estalle la paz; nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra!”.
El Santo Padre señaló que “la paz es un
don demasiado precioso, que debe ser promovido y tutelado”.
Francisco aseguró que vive “con
particular sufrimiento y preocupación las tantas situaciones de conflicto que
hay en nuestra tierra, pero, en estos días, mi corazón está profundamente
herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por los dramáticos
desarrollos que se presentan”.
“Dirijo un fuerte llamamiento por la
paz, ¡un llamamiento que nace de lo íntimo de mí mismo! ¡Cuánto sufrimiento,
cuánta devastación, cuánto dolor ha traído y trae el uso de las armas en aquel
martirizado país, especialmente entre la población civil e inerme!”.
“¡Pensemos en cuantos niños no podrán
ver la luz del futuro! Con particular firmeza condeno el uso de las armas
químicas: les digo que tengo aún fijas en la mente y en el corazón las imágenes
terribles de los días pasados! ¡Hay un juicio de Dios y también un juicio de la
historia sobre nuestras acciones al que no se puede escapar! Jamás el uso de la
violencia lleva a la paz”.
“¡Guerra llama guerra, violencia llama
violencia!”, exclamó.
El Santo Padre pidió “a las partes en
conflicto que escuchen la voz de su propia conciencia, que no se cierren en sus
propios intereses, sino que miren al otro como un hermano y emprendan con
coraje y con decisión la vía del encuentro y de la negociación, superando la
ciega contraposición”.
“Con la misma fuerza exhorto también a
la Comunidad Internacional a hacer todo esfuerzo para promover, sin ulterior
demora, iniciativas claras por la paz en esa nación, basadas en el diálogo y en
la negociación, por el bien de la entera población siria”.
Francisco pidió que “no se ahorre ningún
esfuerzo para garantizar asistencia humanitaria a quien está afectado por este
terrible conflicto, en particular a los evacuados en el país y a los numerosos
prófugos en los países vecinos. Que a los agentes humanitarios, empeñados en
aliviar los sufrimientos de la población, se les asegure la posibilidad de
prestar la ayuda necesaria”.
“¿Qué podemos hacer nosotros por la paz
en el mundo? Como decía el Papa Juan (XXIII): a todos nos corresponde la tarea
de recomponer las relaciones de convivencia en la justicia y en el amor”.
“¡Que una cadena de empeño por la paz
una a todos los hombres y a las mujeres de buena voluntad! Es una invitación
fuerte y urgente que dirijo a la entera Iglesia Católica, pero que extiendo a
todos los cristianos de las demás Confesiones, a los hombres y mujeres de toda
religión y también a aquellos hermanos y hermanas que no creen: la paz es un
bien que supera toda barrera, porque es un bien de toda la humanidad”.
El Papa remarcó que “no es la cultura
del enfrentamiento, la cultura del conflicto la que construye la convivencia en
los pueblos y entre los pueblos, sino la cultura del encuentro, la cultura del
diálogo: éste es el único camino hacia la paz”.
“Que el grito de la paz se eleve alto
para que llegue al corazón de todos y todos dejen las armas y se dejen guiar
por el anhelo de paz”.
El Santo Padre pidió a la Virgen María
“que nos ayude a responder a la violencia, al conflicto y a la guerra, con la
fuerza del diálogo, de la reconciliación y del amor”.
“Ella es Madre: que Ella nos ayude a
encontrar la paz. Todos nosotros somos sus hijos. Ayúdanos, María, a superar
también este momento difícil y a empeñarnos a construir cada día y en todo
ambiente una auténtica cultura del encuentro y de la paz”.
“María, Reina de la paz, ¡ruega por
nosotros!”, concluyó.
Fuente: ACIPRENSA
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